
Trastorno límite de la personalidad
El trastorno límite de la personalidad (TLP) da a quien lo padece la sensación de estar "en una montaña rusa". La sensibilidad extrema puede desencadenar reacciones intensas (como decir cosas hirientes o actuar de forma peligrosa, impulsiva o inapropiada) tras las cuales es muy difícil recuperar la compostura y que suelen ir acompañadas de sentimientos de culpa, vergüenza y bochorno.
¿Qué es el trastorno límite de la personalidad?
El trastorno límite de la personalidad se caracteriza por un alto grado de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y el estado de ánimo, pero también por una marcada impulsividad que comienza en los primeros años de la edad adulta y se manifiesta en diversos contextos.
En la base del trastorno parece haber una combinación de factores hereditarios o biológicos internos y factores ambientales externos, como experiencias traumáticas durante la infancia.
Síntomas del trastorno límite de la personalidad
Los síntomas de la DBP pueden manifestarse de distintas formas, pero los que más la caracterizan son:
- Miedo al abandono: terror a ser abandonado o a quedarse solo. Incluso cosas inofensivas como volver tarde del trabajo o irse de fin de semana pueden generar un miedo intenso. Por eso las personas intentan evitar estas situaciones y hacen esfuerzos increíbles para mantener a la otra persona cerca.
- Relaciones inestables: relaciones intensas y de corta duración. Se enamoran rápidamente, invierten en la relación y en la otra persona, sólo para decepcionarse rápidamente. Las relaciones se viven como perfectas u horribles, sin matices intermedios.
- Autoimagen poco clara o inestable: El sentido de sí mismo es típicamente inestable. A veces uno se siente bien consigo mismo, pero otras veces se odia. Uno no tiene una idea clara de quién es o qué quiere de la vida. Como resultado, a menudo se cambia de trabajo, de amigos, de amantes, de religión, de valores, de objetivos e incluso de identidad sexual.
- Comportamiento impulsivo autodestructivo: comportamiento dañino e impulsivo en busca de emociones y sentimientos fuertes. Uno puede irse de compras, comer compulsivamente, conducir de forma temeraria, robar, tener relaciones sexuales de riesgo o excederse con las drogas o el alcohol. Estos comportamientos peligrosos ayudan a sentirse mejor en el momento, pero a largo plazo pueden ser un problema.
- Autolesiones: ideación suicida, intentos de suicidio y autolesiones. Las personas que padecen DBP pueden pensar en el suicidio, intentar suicidarse, amenazar con suicidarse o intentar suicidarse. Los actos de autolesión incluyen todas aquellas conductas que pueden causar daño (cortes y quemaduras) sin intención suicida.
- Cambios de humor extremos: emocionalmente inestables. Pasan de estar contentos a sentirse desanimados en un abrir y cerrar de ojos. Aunque los cambios de humor son intensos, se resuelven con bastante rapidez, normalmente en unos minutos o unas horas.
- Sensación crónica de vacío: sensación de "vacío" y malestar que se intenta llenar con drogas, comida o sexo. Pero nada es realmente satisfactorio.
- Estallidos de ira: enfado intenso, incapacidad para controlarse, gritos y lanzamiento de objetos. Sin embargo, la ira no siempre se dirige hacia el exterior. De hecho, puede ser autodirigida y uno puede pasar mucho tiempo enfadado consigo mismo.
- Paranoia y pérdida de contacto con la realidad: paranoia, desconfianza y falta de confianza en los demás. Cuando están sometidos a estrés, pueden perder el contacto con la realidad y, por tanto, sentirse confusos, distanciados o fuera de contacto.
¿En qué podemos ayudarle?
Es importante recordar que no es posible diagnosticar el trastorno límite de la personalidad (TLP) por uno mismo y que siempre es buena idea consultar a un profesional de la salud mental para recibir un diagnóstico preciso.
La psicoterapia está indicada como primer tratamiento para la DBP. Para que sea eficaz en el alivio de los síntomas, es esencial confiar en el propio terapeuta, pero esto suele ser difícil para quienes padecen este trastorno.
La terapia cognitivo-conductual (TCC) es el tratamiento de elección. Ayuda a identificar y modificar creencias erróneas y/o conductas disfuncionales que condicionan las experiencias emocionales, el autoconcepto y las relaciones con los demás de las personas con DBP. La TCC contribuye a la reducción de síntomas como los cambios de humor, la ansiedad, las conductas suicidas y las conductas autolesivas.
TCC, sin embargo, también hace uso del terapia dialéctico-conductual (TDC) cuyo objetivo es estabilizar al paciente y ayudarle a desarrollar habilidades de autocontrol. Mediante el Mindfulness y la conciencia del momento presente, enseña a regular las emociones intensas, reducir los comportamientos autodestructivos, gestionar el estrés y mejorar las relaciones interpersonales.
Además de la DBT, la Terapia de esquemas. Este tipo de terapia combina elementos de la TCC con otras formas de psicoterapia y se basa en la idea de que cada uno de nosotros tiene necesidades básicas que requieren satisfacción. Si en el entorno de crecimiento se carece de dicha satisfacción, se puede experimentar un estado de frustración que contribuye a la construcción de una visión negativa de uno mismo y de los demás. Se estructuran así lo que se denominan Patrones Maladaptativos Precoces, que condicionan el desarrollo relacional y emocional a lo largo del tiempo.
Por último, la psicoterapia suele ir acompañada de un tratamiento farmacológico, que probablemente no sea decisivo. De hecho, todavía no se ha aprobado ningún fármaco específico para la DBP. Sin embargo, pueden prescribirse estabilizadores del estado de ánimo para reducir la ansiedad, la agresividad y la impulsividad, así como la desregulación emocional.