Ataques de pánico

Un ataque de pánico es un episodio de miedo repentino e intenso, acompañado de sudoración, temblores, dificultad para respirar, ahogo, taquicardia y una sensación de fatalidad inminente. La persona que lo sufre teme perder el control, desmayarse, volverse loca o morir repentinamente.

 

Qué es un ataque de pánico

L'ataque de pánico es un episodio de miedo repentino e intenso, acompañado de sudoración, temblores, dificultad para respirar, ahogo, taquicardia y una sensación de fatalidad inminente. La persona que lo experimenta teme perder el control, desmayarse, volverse loca o morir repentinamente.

Aunque el pánico es una respuesta natural ante situaciones estresantes o peligrosas, algunas personas pueden caer en el círculo vicioso del "miedo al miedo", viviendo aterrorizadas ante futuros ataques. La ansiedad anticipatoria y el intento de evitar que se repitan tienen el efecto secundario de contribuir al desarrollo del trastorno de pánico (TP).

La DP se caracteriza por frecuentes ataques de pánico que pueden producirse en una gran variedad de situaciones. Si, al principio, la persona tiende a evitar sólo aquellas circunstancias en las que ha estado enferma, más adelante la evitación puede generalizarse tanto que contribuya a la aparición de la agorafobia.

Las causas

Aunque las causas pueden variar de una persona a otra, se sabe que ciertos factores aumentan el riesgo de desarrollar esta afección. He aquí algunos de ellos:

  • Situaciones estresantes como duelos, separaciones, problemas de salud, laborales o económicos, conflictos familiares
  • Experiencias traumáticas como accidentes, violencia psicológica, física y sexual
  • Predisposición biológica, familiaridad
  • Fobias específicas
  • Depresión

Síntomas de los ataques de pánico

Los ataques de pánico provocan síntomas tanto físicos como emocionales.

Los primeros incluyen taquicardia, náuseas, confusión, sudoración, temblores incontrolables, tensión muscular, mareos, hormigueo, visión borrosa y dificultad para respirar.

Emocionalmente, lo más frecuente es que la persona experimente un miedo intenso a volverse loca, perder el control, morir o desmayarse.

Un ataque puede durar entre 5 y 20 minutos y puede ser inesperado, como un rayo salido de la nada sin causa aparente, o esperado, es decir, acompañado de una serie de señales anticipatorias que la persona es capaz de reconocer.

¿En qué podemos ayudarle?

 

La terapia cognitivo-conductual se considera el tratamiento de primera elección para el trastorno de pánico y puede lograr resultados significativos en el 70-90% de los casos.

El protocolo de intervención, que se describe a continuación, se basa en el modelo propuesto por el Dr. David H. Barlow, uno de los mayores expertos en la materia.

Entrenamiento respiratorioEnseña a reconocer y controlar la hiperventilación, uno de los principales síntomas del problema, mediante el aprendizaje de técnicas específicas de respiración abdominal profunda.

Exposición a estímulos perceptivosEsta técnica consiste en la exposición gradual y controlada a sensaciones físicas similares a las de un ataque de pánico, con el fin de aprender estrategias que faciliten la recuperación y la reducción de las sensaciones desagradables. La exposición a estímulos enterceptivos ayuda a comprender que los síntomas y las creencias no tienen por qué evolucionar hacia un ataque en toda regla.

Reestructuración cognitivaAyuda a identificar y tomar conciencia de los pensamientos automáticos negativos y catastróficos que se producen durante los ataques de pánico. Con el uso de diarios y tarjetas, se empieza a guiar a la persona para que adopte una actitud de verificación empírica y crítica hacia tales pensamientos y para que identifique explicaciones alternativas más funcionales y realistas.

Exposición en imaginación e in vivoLa terapia de exposición pretende animar a los individuos a enfrentarse a las situaciones temidas (tanto en la realidad como en la imaginación) sin evitarlas, aprendiendo a tolerar la ansiedad que despiertan. El terapeuta acompaña al paciente en el afrontamiento de las circunstancias que provocan ansiedad, de forma gradual, empezando por las que generan menos malestar hasta llegar a las más difíciles. En una primera fase del tratamiento, como en la agorafobia, es posible abordar las situaciones evitadas en la imaginación, a través de la desensibilización sistemática. Posteriormente, cuando se reduce la carga ansiógena, se pasa a la exposición gradual en la realidad.

Tareas

En el transcurso del tratamiento, el terapeuta acuerda con el paciente la realización de "deberes para casa" con el fin de promover una generalización de las competencias aprendidas, una mayor autonomía y autoeficacia. Las dificultades, los progresos o los retrocesos son objeto de debate durante las sesiones.

Psicoterapia para los trastornos de ansiedad: qué esperar

La psicoterapia es un proceso de colaboración en el que terapeuta y paciente trabajan juntos para identificar aspectos específicos de la ansiedad y desarrollar habilidades concretas y técnicas de afrontamiento.

Los pacientes podrán practicar en su vida diaria las habilidades recién aprendidas y aprenderán a enfrentarse gradualmente a situaciones que puedan generarles malestar. El psicoterapeuta no empujará a la persona a enfrentarse a estas situaciones hasta que haya adquirido las habilidades necesarias para afrontar el miedo.

Los trastornos de ansiedad responden muy bien al tratamiento cognitivo-conductual. La mayoría de los pacientes informan de una reducción, cuando no de una resolución completa de los síntomas tras sólo unos meses de terapia, y muchos notan mejoras tras sólo unas pocas sesiones.

Los terapeutas reciben una formación altamente profesional y pueden adaptar cada tratamiento a las necesidades individuales. (Ataques de pánico. Cómo salir de ellos. El poder de la terapia cognitivo-conductual. Enrico Rolla, 2017, ediciones IW)

Tratamiento farmacológico

Los trastornos de ansiedad pueden interferir gravemente en la capacidad de una persona para desenvolverse en el trabajo, en la escuela y en situaciones sociales. La ansiedad también puede interferir en las relaciones con la familia y los amigos. Afortunadamente, existen tratamientos válidos.

En algunos casos, la medicación puede ayudar a controlar estos trastornos. Sin embargo, las investigaciones demuestran que la terapia conductual, sola o combinada con medicación, es un tratamiento extremadamente eficaz para la mayoría de las personas con trastornos de ansiedad.

En caso de que se consideren necesarias, las opciones farmacológicas más comunes incluyen:

  • Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Generalmente seguros y con bajo riesgo de efectos secundarios graves, se recomiendan como fármacos de primera elección para el tratamiento de los ataques de pánico. Los ISRS aprobados por la Food and Drug Administration (FDA) para el tratamiento del trastorno de pánico incluyen la fluoxetina (Prozac), la paroxetina (Paxil, Pexeva) y la sertralina (Zoloft).
  • Inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN). Estos fármacos son otra clase de antidepresivos. El IRSN venlafaxina (Effexor XR) está aprobado por la FDA para el tratamiento del trastorno de pánico.
  • Benzodiacepinas. Estos sedantes son depresores del sistema nervioso central. Las benzodiacepinas aprobadas por la FDA para el tratamiento del trastorno de pánico incluyen el alprazolam (Xanax) y el clonazepam (Klonopin). Por lo general, las benzodiacepinas sólo se utilizan a corto plazo porque pueden crear adicción y provocar dependencia mental o física. Estos fármacos no son una buena elección para quienes han tenido problemas con el alcohol o el consumo de drogas. También pueden interactuar con otros fármacos, provocando efectos secundarios peligrosos.

Los antidepresivos pueden tardar de 2 a 4 semanas en hacer efecto y hasta 8 semanas en actuar por completo.

Una vez iniciado el tratamiento farmacológico, es importante no interrumpirlo bruscamente y vigilar sus efectos en colaboración con el psiquiatra y el psicoterapeuta de referencia para evaluar cualquier cambio en el plan de tratamiento.